sábado, 28 de noviembre de 2015

INTERVENCIÓN PSICOEMOCIONAL EN EL PROCESO DE RECUPERACIÓN DE UNA LESIÓN FISICA

A la hora de llevar a cabo cualquier tipo de intervención con una persona debemos tener en cuenta multitud de factores que se relacionan entre sí y saber que esa  relación van a marcar la consecución de objetivos. El ser humano es único y tener una visión global nos va a ayudar a encontrar una aproximación de como intervenir en el problema que se nos plantee, en definitiva, hablamos de complejidad.



A referirnos al proceso de readaptación y recuperación de lesiones lo primero que se nos viene a la mente es conocer que lesión es la que ha traído al paciente a tus manos y posteriormente que ejercicios voy  a poner en práctica para solucionar y ayudar a esa persona a que mejore, no sin antes haber realizado la valoración funcional correspondiente, a partir de aquí a trabajar, toca preparar una programación llena de tareas analíticas, globales, progresiones, test, reeducación de patrones motores básicos, etc. A esto le sumamos la búsqueda de experiencias y trabajos (protocolarios o no) que te ayuden a solucionar las miles de dudas que te van surgiendo en el día a día con la persona (siempre en singular, pues no hay 2 lesiones iguales), por lo tanto podríamos decir que uno de los principales objetivos de la recuperación y readaptación de lesiones es que la persona vuelva a recuperar su funcionalidad como lo sentía anteriormente y además sus estructuras se hayan visto reforzadas de manera que ha obtenido ciertos niveles de prevención para que no vuelva a ocurrir o en su defecto, reducir los factores de riesgo que provocan lesiones.


Lo narrado anteriormente es una gran idea, pero con este método, ¿estamos tratando a la persona como un todo? o ¿lo hemos dividido en partes y nos vamos a centrar exclusivamente en sus cualidades físicas y funcionales para resolver el problema?, ¿podemos intervenir en su proceso de recuperación de una forma más completa?, ¿hacemos realmente partícipes a las personas del proceso? o ¿mandamos órdenes, asignamos tareas que ellos deben reproducir?,  ¿es más importante el readaptador y sus métodos únicos, modernos y novedosos que el lesionado? Y así miles de cuestiones…
Si algo se observa además de la incapacidad de realizar gestos y tener molestias y dolores en la zona afectada, el lesionado/a muestra inseguridad, desmotivación, respeto, miedo, dudas, desconocimiento, tópicos, etc. Por lo tanto ¿es igual de importante trabajar el factor psicoemocional que el anatómico-funcional? Mi respuesta es clara, SI. En los miles de objetivos que suele tener un proceso de readaptación de una lesión, el primero que debería liderar la lista, en mi opinión, debería ser hacer partícipe al lesionado del proceso.


Saber si se conoce bien o no la persona debería ser uno de los primeros pasos que deberíamos estudiar, su inteligencia emocional es fundamental para superar el problema que le plantea la lesión. Una persona con una elevada inteligencia emocional es una persona preparada para tomar responsabilidades, algo que le vamos a exigir desde el primer día. Autoconocimiento, automotivación, autocontrol, empatía y las habilidades sociales son cualidades dentro de la inteligencia emocional que son de vital importancia para la mejora personal, funcional y deportiva de la persona.
El grado de confianza está determinado fundamentalmente por los resultados, si el lesionado/a no siente que mejora, estará con baja confianza, ¿cómo podríamos ayudarle a despertar su autoconfianza? A nivel de trabajo funcional estableciendo buenas progresiones que vea que progresa y a nivel psicoemocional a través de hablar, establecer objetivos a corto, medio y largo plazo, ofrecer refuerzos, exposición de casos parecidos, etc., RELACIONARSE. Otra estrategia muy válida para casos de incidencia en la autoconfianza es la visualización o práctica imaginada, esta técnica ayuda a acelerar el proceso de vuelta al trabajo habiendo entrenado mentalmente los movimientos normalizados en los que la lesión ya no existe y el deportista ya tiene su juego habitual interiorizado.
El miedo a recaer, a no podré hacerlo, puedo hacerme daño, etc… es otra característica de este tipo de personas, algo lógico sin duda,pues han pasado por un proceso duro y difícil. En este sentido hay una gran relación con la inteligencia emocional, la persona debe conocerse al máximo y bien, y a partir de ahí animarle a realizar tareas. El recuperador debe estar preparado y concienciado, es evidente que no podemos exigir algunas tareas a unos y si a otros, hay que saber bajo que caso estamos trabajando. Pero si podemos animar al lesionado/a a probar movimientos, realizar gestos que aun pensando nosotros que no es lo más indicado, pueden ayudar a romper esa barrera del miedo (hay que tener en cuenta muchos aspectos a la hora de tomar esta determinación y responsabilidad, conocer bien el caso, no vamos a exigir saltar en un cajón a una persona que ha salido de un LCA hace 4 semanas, el proceso de entrenamiento siempre debe ser coherente).
Para todo ello, es necesario que la persona que esté a nuestro cargo sea consciente de todo lo que está trabajando, evitar que ponga el piloto automático y ejecute como si de un robot se tratara, de ahí la importancia de la atención y concentración, no podemos permitir que cuando estemos realizando una tarea haya una conversación que no tenga nada que ver con lo que estamos ejecutando, la persona debe estar sintiendo que ocurre en su cuerpo cuando realiza gestos y movimientos, a veces es complicado este aspecto, pues si tendemos a escuchar mucho nuestro cuerpo posiblemente encuentre fricciones articulares, puntos de dolor, etc., que antes a lo mejor no sentía y que le van a preocupar. Nuestra labor en este caso debería estar en ayudarle a focalizar la atención en los aspectos más relevantes, que sepa atender los estímulos que buscamos y los que le van a ayudar a su mejoría. De ahí la importancia de una buena comunicación y una buena labor del readaptador, pues aunque consideremos algunos aspectos poco importantes, debemos conocer los que si son relevantes y detener la tarea si fuese necesario.


Como conclusión y si percibimos la importancia de que la persona con la lesión es quien diseña el método y no el recuperador a la vez de que es un todo irreductible, animo a practicar, probar, disfrutar, interactuar, estudiar, analizar, OBSERVAR, salir de protocolos estándar, usar programaciones no lineales, permitir que el lesionado autocorrija el movimiento que está ejecutando, permitir que se equivoque, olvidar número de series, repeticiones, carga, recuperación, se desequilibre y reequilibre, sufra desadaptación y readaptación, en definitiva DEJARLO ENTRENAR (he visto sesiones de readaptación, que al final la persona entre correcciones, no ha entrenado) y que PROGRESE A TRAVÉS DE SENSACIONES Y NO DE EJERCICIOS. Así contribuiremos a una recuperación más global, completa y sea PARTICIPE.

Javier Poveda Leal
Ldo CCAFD
Máster Psicología de la Actividad Física y el Deporte
Máster Optimización del Entrenamiento y Readaptación Físico Deportiva

Entrenador personal PULSO2/Readaptador Córdoba CF